Se gestó en Colonia Caroya una industria que usa larvas de mosca para degradar residuos orgánicos - Procens - Insect based solutions
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El prototipo nació en Chacra de Luna de la mano de dos jóvenes de Bélgica y Francia y se muda, desde este mes, a Balcarce. Una muestra del potencial de lo que en el mundo se conoce como la industria del insecto.

Cuando Anabel Uanino, al frente de la Fundación La Huella y de la escuela Olga Cossettini, decidió traer a Colonia Caroya a Günter Pauli y sus ideas sobre economía azul, lejos estaba de pensar que en su Colonia Caroya natal se iban a desarrollar proyectos que se convertirían en negocios.
Es que de la mano de Pauli, llegaban también dos “locos” lindos, Francois Nolet y Julien Laurençon, un belga y un francés con muchas ganas de despertar el potencial dormido que habitaba en la región y pusieron en marcha dos proyectos de economía circular.

Con la poda de los viñedos, desarrollaron el cultivo de gírgolas, un hongo comestible de reconocidas propiedades. Y, en paralelo, montaron el prototipo de la primera industria del “insecto”.

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